Dejo de lado las elucubraciones eruditas en torno a la teoría marxiana, sus detractores y sus continuadores para centrarme en un argumento basado, como diría el señor Mariano Rajoy, en el sentido común.
Si el capitalismo es una ideología de clase impuesta por la burguesía (sustituid aquí el término “burguesía” por cualquier otro que os resulte más cercano como “oligarquía”, “propietarios de los medios de producción”, “empresarios”, “clases privilegiadas” o, simplemente, “gente con pasta”) en su beneficio y en contra de los intereses del proletariado (sustituid aquí el término “proletariado” por otro que os resulte más cercano como “trabajadores asalariados” o, simplemente, “currantes”), ¿qué podemos hacer para salir de este estado de explotación?
CONCEPTO 1: LA CONCIENCIA DE CLASE
Forma parte del saber popular, desde Melrose Place hasta el Cuéntame pasando por La Casa de la Pradera y Los vigilantes de la playa, que el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo. Esto es la conciencia de clase. Ser consciente de que se es un currito es el primer paso para comprender que hay otras personas que no lo son y que, lógicamente, no tenemos los mismos intereses.
No se trata de que un currito pase sus vacaciones de una semana en una pensión de Benidorm mientras que un tipo con pasta se va un mes en su barco a la otra punta del mundo. Es algo cotidiano. A un currito no le interesa que recorten las pensiones porque lo que se ahorra (aún suponiendo que ese ahorro sea necesario) es mucho menos de lo que supone el fraude fiscal (¿por qué no empezamos por ahí?) A un currito no le interesa que España intervenga militarme en Libia (por mucho que se le ponga una máscara humanitaria) porque eso sólo se hace para que grandes empresas como Repsol consoliden allí sus intereses (¿por qué no nos gastamos el dinero que cuestan las intervenciones militares en lugares como Afganistán, Irak, etc. en educación, sanidad o pensiones?) Un currito español, en definitiva, comparte muchos más intereses con el pueblo saharaui que con Mohamed VI y su camarilla de políticos y empresarios corruptos.
(Y) CONCEPTO 2: LA LUCHA DE CLASES
Otro lugar común en las películas es el del empollón que se deja deslumbrar por la popularidad de los chicos con coche descapotable (que además son las estrellas del equipo de fútbol) y las chicas rubias con minifalda (que además son animadoras del equipo de fútbol y las novias de los chicos antes mencionados) y abandona a sus amigos de siempre para intentar ser popular y tomar hamburguesas y Coca-Colas en los dinners de moda, para ser cool.
Pues bien, estas películas siempre terminan con el empollón diciendo conmovido a la chica popular de la que estaba enamorado y que por fin ha conseguido que le corresponda (dejando a su novio, que se ha pillado un rebote del copón y se ha ido corriendo como un loco con el coche estrellándose contra la granja del alcalde):
- No, Sally -O Susan o Kate-, tú no me quieres por lo que realmente soy... Yo no soy como tú... ¡Me vuelvo con mis amigos freakies! ¡Sólo me quieres para que te haga los deberes y sacar buenas notas para que te acepten en las mejores universidades! ¡¡Me explotas!!
Esto, el empollón volviendo con sus amigos (y su novia de toda la vida abrazándole como si no hubiera un mañana) y organizando un sindicato de empollones con un periódico para denunciar las injusticias cometidas por los tíos populares del high school, es la lucha de clases. Es decir, una vez instaurada la conciencia de clase, actuar en consecuencia.