Casi a diario llegan noticias de la represión policial en Marruecos, ya sea contra los manifestantes marroquíes que piden una mayor apertura democrática (aunque no cuestionan la monarquía, como se precipitan a asegurar siempre los medios de difusión españoles) o contra los saharauis:
Varios de los manifestantes agredidos por las fuerzas de seguridad marroquíes sufren "heridas graves" y no han recibido atención, según ha dicho Daya [secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores Saharauis, Sidi Ahmed Daya].
Esperaríamos unas declaraciones tan rotundas como las de Hillary Clinton anunciando una inminente intervención militar (por motivos humanitarios, eso sí) en Libia, que la Corte Penal Internacional abriera un procedimiento para investigar lo que está sucediendo o que, al menos (pobre consuelo), Zapatero asegurara que
"España estará al frente, está al frente, para consolidar las aspiraciones de los pueblos del Norte de África, del Magreb, del Mundo Árabe, para que la democracia y la libertad sean ya el único lenguaje que conozcan en el futuro sus ciudadanos" [EL PAÍS].
¿Es este el lenguaje de la democracia y la libertad?