Se trata sin duda de una iniciativa positiva, aunque parece más un anuncio de Aquarius que un movimiento social realmente reivindicativo. Podría pensarse leyendo su manifiesto que los problemas actuales de la juventud española sean fruto de una desafortunada casualidad o de un simple error por omisión de los sabios políticos que dirigen nuestros asuntos, y que simplemente dándoles a conocer este error se precipitarán a subsanarlo. Pero ¿es esto así?
Evidentemente, no. Los políticos que nos dirigen, sabios o no, no lo hacen en respuesta a los intereses de los jóvenes (y no jóvenes) trabajadores (o desempleados) sino en beneficio de banqueros, empresarios, etc. Esto es consecuencia directa del sistema capitalista, que se encuentra en el origen de los males denunciados por esta plataforma: precariedad laboral, desempleo juvenil, mercantilización de la educación, etc. De la misma manera que podemos compartir los objetivos de organizaciones ecologistas como Greenpeace, compartimos los objetivos de “Juventud sin futuro” pero no su estrategia puesto que no es posible criticar los efectos del capitalismo sin criticar el capitalismo.
Esta forma de plantear el movimiento se debe tal vez a un intento de lograr el máximo alcance entre jóvenes de todo tipo, muchos de ellos (probablemente la mayoría) reticentes a asumir un discurso anticapitalista. Es una opción, y sin duda esto les ha permitido tener la repercusión que están teniendo con noticias de portada en medios como El País. Pero este movimiento no llegará a nada (excepto tal vez acabar protagonizando un anuncio de Coca-Cola) a menos que asuma con todas sus consecuencias un hecho muy sencillo: la precariedad laboral, el desempleo juvenil y la mercantilización de la educación no son un accidente sino un objetivo del capitalismo, y no podrán atacarse sin cuestionar el capitalismo. Los conceptos son importantes, y este movimiento comienza con una base muy débil al ceder la titularidad del discurso a quienes combate.